lunes, 2 de febrero de 2009

Something to Talk About

Cuando algo realmente me molesta la sangre se me sube a la cabeza y empiezo a darme cuenta como mi boca escupe palabras sin sentido o con mucho sentido pero que justo después de pronunciarlas me hacen sentir apenada y arrepentida. Me incomoda esa reacción fuera de control. No soporto los malentendidos, es bien difícil dar explicaciones para que la gente no te tome a mal, cosa que me frustra en muchos sentidos porque dar explicaciones puede ser tanto bueno como malo y vuelves al mismo punto donde empezaste o quedas peor, pero no puedo evitar darlas cuando siento que hice sentir incómoda o mal a la otra persona. No sé si me explico. Y a pesar de que intente decir las cosas de manera más literal y cordial posible muchas veces buscamos el "fondo" (¿Qué será lo que realmente trata de decir?). Y vuelvo un tanto decepcionada a la misma frase una y otra vez: "¡Qué complicadas las relaciones interpersonales!" Pero qué tal se siente cuando encontramos y estamos con esas personas con las que podemos tener largas charlas, que continuamente comprenden lo que sentimos aún antes de comunicarlo, aquellas que no juzgan sino que comparten opiniones, con las que puedes cómodamente decir justo lo que piensas y te sientes seguro. Es por esas relaciones que se vuelve infinitamente valioso el trato entre personas; inteligente el que las conserva y afortunado el que las tiene cerca.